jueves, 6 de febrero de 2014

NIÑOS Y EXPOSICIONES


NIÑOS Y EXPOSICIONES


National Museum of Ethnology, Opera Design, Leiden, Países Bajos. Un dispositivo como esta "Alfombra mágica" puede transformar la experiencia que los niños se lleven de la visita al museo.

De todos los visitantes, posiblemente los niños sean los más críticos. A diferencia de los adultos -que pueden sintonizar con la mayoría de las exposiciones, aunque sean mediocres-, ellos son mordaces en sus juicios cuando una exposición no les gusta. Usan a menudo las palabras "aburrido-"pesado" o "rollo" Además, no perderán su tiempo en contemplaciones y se pondrán a jugar, enredar y provocar caos. Los padres, maestros y responsables de los museos tienen gran interés en que las exposiciones impliquen a los niños y absorban su atención.
Como cualquier otra exposición, las muestras para niños de todas las edades deben investigarse bien. En general, los diseñadores son demasiado mayores para apreciar por completo lo que les gusta a los niños, y aunque puedan recordar lo que es ser niño, sus recuerdos deben refrescarse con una investigación a fondo. Las fuentes más útiles son los psicopedagogos, maestros, parientes y-los más importantes- los propios niños. Preguntas como "¿A qué juegos juegas?" "¿Qué programas de televisión miras?" y "¿Cómo te lo pasas bien?" son un buen principio. Llevar niños pequeños a una exposición nos proporciona información real sobre cómo se relacionan con las muestras. Sus reacciones son muy diferentes a las de los adultos, y el diseñador aprende más viendo a los niños en el entorno de la exposición que leyendo o realizando otras investigaciones.
Los diseñadores de exposiciones científicas subrayan la importancia de que los niños se diviertan. Las muestras taciturnas y solemnes alejan para siempre a los jóvenes de las exposiciones. Los objetos polvorientos dentro de vitrinas selladas y sin interactividad son anatema y conducen al aburrimiento, el peor enemigo de todo espectáculo. ¿Cuántas veces no habremos oído decir a los niños: "ha sido un rollo"? Tras pocas experiencias como esa los niños se desconectan de los museos. El buen diseño y un enfoque meditado son las mejores maneras de evitarlo. Pero tampoco hay que presuponer que los niños rechacen aprender- cuando ven que una exposición es divertida pero no tiene contenido, pueden ser los primeros en decir "¿Pero para qué sirve esto?"
Los niños tienen un cuadro muy incompleto de las relaciones entre diversas áreas del conocimiento. Los maestros explican que pueden salir de una exposi¬ción con muchas confusiones; quizá no sepan que las civilizaciones de Grecia y Roma son posteriores y no anteriores a los dinosaurios. Se les oye decir que los vikingos vivieron en la Edad del Hielo... y, dada su base de conocimientos, puede que tengan buenas razones para creerlo. Según crecen, las zonas de su mapa de conocimientos se van rellenando y se hace más fácil explicarles los contextos. En la mayoría de exposiciones didácticas, el diseñador debe pensar en cómo comunicar el trasfondo a los niños, y planificarlas en consecuencia.


"Food: Traditions, Taboos and Delicacies" National Museum of Ethnology, Leiden, Países Bajos. Diseño de Opera Design, esta exposición sobre los tabús y tradiciones de la comida en todo el mundo era muy interactiva. Imágenes de gran tamaño montadas en la pared muestran alimentos familiares bajo una nueva luz.


El público de la mayoría de las exposiciones dirigidas a los niños incluye buen número de familias, a menudo con dos o más niños de edades diferentes. Esto plantea el problema de diseñar las muestras para diferentes grupos de edad a la vez. Muchos diseñadores de museos y centros de ciencia han estudiado esta cuestión   La respuesta es orientar el diseño a niños algo mayores. Éstos no querrán interactuar con elementos que les parezcan destinados a niños más pequeños, mientras que los pequeños sí se sienten atraídos por las cosas dirigidas a los mayores, porque quieren tener las mismas experiencias que ellos. En mayor medida que los adultos, los niños disfrutan con la interacción en grupo con los elementos de la exposición, y su modo de acercarse a ellos es social. Permanecen delante de un objeto hasta que ven que otro niño se pone a explorarlo, y se suman cuando les parece conveniente. Para el diseñador, esto significa que las muestras tienen que ser diseñadas pensando en grupos sociales; por ejemplo, aunque un niño juegue solo con una máquina, tiene que haber espacio para que otros lo miren. Cuando el primer niño termine de jugar, los demás actuarán según las reacciones de sus compañeros. Si las sensaciones son buenas, querrán participar. En algunos casos, los padres muestran al niño el uso de un elemento y el niño interviene bajo su guía.
Los niños disfrutan con la libertad que les ofrecen las exposiciones. No suelen tener muchas elecciones en otros aspectos de su vida -por ejemplo, en la escuela- y, para empezar en la mayoría de los casos ni siquiera habrán escogido visitar la exposición. Lo ideal es que el diseñador piense formas en las que puedan disfrutar de esa libertad, y les ofrezca montones de opciones sin que por ello la muestra se convierta en una olla de grillos en la que los padres y maestros sean incapaces de encontrarlos si se pierden.
La mayoría de diseñadores de exposiciones están de acuerdo en que la actividad es la clave del éxito. Por ejemplo, es adecuado mostrar a niños europeos el vestido tradicional de las mujeres japonesas en un maniquí con un quimono, pero es mucho más divertido (y educativo) si ellos mismos pueden ponerse uno. De manera similar, a los niños japoneses les impresionará ver la armadura de un caballero medieval, pero les entusiasmará poder probársela.


"Food: Traditions, Taboos and Delicacies" National Museum of Ethnology, Leiden, Países Bajos. La experiencia del museo se anima con una serie de actividades y juegos (arriba izquierda), mientras que una pared retroiluminada muestra familias de todo el mundo disfrutando de comidas locales.







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