lunes, 24 de febrero de 2014

NAN GONZÁLEZ. GUARDIANES

Nan González. Guardianes 













Fecha de inauguración: 23 Febrero de 2014
Fecha de finalización: 23 Marzo de 2014
Organiza y/o se celebra:
Centro de Arte Los Galpones


Por Félix Suazo

Agua y tierra son elementos frecuentes en la obra  de Nan González, pionera de los lenguajes de acción corporal y el video arte en Venezuela. En su caso, el origen y destino de la experiencia viviente se enlaza con estas dos entidades, cuya plenitud sustantiva tiene también una fuerte implicación espiritual para los humanos: la tierra  en tanto que lugar de asiento y el agua como materia bautismal.

En Guardianes – proyecto concebido para el Centro de Arte Los Galpones (Caracas, 2014) – la artista  centra su atención en la majestuosidad  del Salto Ángel[1], depositario de la memoria ecológica del planeta y puerta dimensional donde confluyen lo natural y lo espiritual. A partir de esta premisa, recrea la idea de un lugar iniciático para una apertura hacia el mundo cosmológico y subjetivo, contando con un meticuloso registro videográfico realizado in situ, al cual se le añade el sonido concebido especialmente para la ocasión  por Miguel Noya.



El robusto Auyantepuy desde el cual fluye el Salto Ángel no es solo un ecosistema habitado por una multitud de especies vegetales y animales, también es una archivo natural donde se encuentra el legado ígneo del planeta. Allí la materia es tiempo desplegado, historia comprimida, inscripción akásica[2] del devenir planetario. De igual manera allí se encuentran el mundo terrenal en su manifestación más flagrante con el universo etéreo. Lugar de cruce, puerta entre dos dimensiones: una tangible y otra incorpórea.

En la exposición Guardianes el Salto Ángel adquiere la apariencia de dos siluetas enfrentadas, cual custodios erguidos frente al vacío. Entre las dos caras no parece hacer “nada”, excepto un vacío irregular que alegoriza lo inconmensurable, como si se tratara de un  túnel energético. La muestra se complementa con un tríptico videográfico donde las aguas se desplazan a toda velocidad y en distintas direcciones, de tal suerte que el espectador queda atrapado entre dos tiempos: uno de leve locomoción y casi imperceptible; otro galopante que supera la controlada aceleración de los ritmos circadianos.

 










Nan propone la escena trasplantada de un lugar de memoria, que solo existe en el espacio diferido de la imagen, en la ralentizada movilidad de un discurrir  que no se acaba. El observador es convocado a un ritual teletópico, cuya reinserción en la sala de exposición adquiere la condición de un acontecimiento. Así, lo Uno se duplica en el espacio como los  perfiles líticos de los guardianes que enfrentan sus caras en la imagen videográfica.

En tal sentido, la propuesta se ubica entre la experiencia del lugar y la ecología  especular de las imágenes. Ello supone un desplazamiento de lo físico a lo simbólico, que es también el trecho que hay entre la materia y  el signo. Su lenguaje, por tanto, se asienta precisamente en el reimplante de una experiencia de sitio.

Caracas, febrero de 2014



[1]Con sus 974 metros de altura, el Salto Ángel es el más alto del mundo.  También denominado  Kerepakupai Vená o “lugar del salto profundo” por los pemones, este santuario natural está ubicado en el Parque Nacional Canaima, declarándose patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.
[2] El adjetivo akásico proviene del sánscrito akasha que significa cielo, espacio, éter. Refiere una especie de memoria de lo acontecido desde el inicio de los tiempos. En occidente, equivale al “quinto elemento” o qüinta essentia; una especie de fluido hipotético que ocupa los espacios vacíos.




Fotografias
Guillermo Colmenares

El arte como un acto de fe


La historia comienza oníricamente, hace un año. Yo nunca había estado en Canaima y de repente siento la necesidad de ir al encuentro de algo que no sabía qué era, pero que estaba en El Salto Ángel. El “salto del lugar más profundo” como lo llaman los pemones. Empecé a investigar, pero aún no llegaba a nada. Entonces decido hacer el viaje. Inicio el recorrido por el río Carrao. Son cinco horas que te llevan a través de los tepuyes hasta llegar al gran salto. Es en esa trayectoria que empiezo a sentir un proceso de transformación, casi de alucinación. Esto sucede, se entiende, en otro ámbito de cosas, a otros niveles. Empecé a ver sobre la roca de la piedra todos los jeroglíficos. Símbolos y más símbolos. Imágenes, marcas, huellas. Entonces concientizo que estoy en uno de los lugares más antiguos del planeta y que estos son los archivos de nuestra memoria, los que llaman registros akáshicos. Es una especie de memoria, registrada en el éter, de todos los conocimientos del universo y de todo lo que ha sucedido desde el inicio de los tiempos. Reparo también, que este territorio se mantiene porque ha sobrevivido a las eras glaciales. Sobre estas paredes están grabados los dibujos más antiguos de nuestra memoria celular. Son rastros anteriores a nuestra racionalidad. Patrones y estructuras físicas muy primigenias.

Contemplación, conexión, conciencia


La exposición comprende la gran instalación de Guardianes y tres videos  complementarios. El primero: Las aguas sagradas. Son las aguas rojas del Carrao, la sangre, el agua que se convierte en fuego, que se convierte en luz y en cuya corriente finalmente aparece el hombre. El segundo: La gracia, la reverencia transcurre en una cueva detrás de una cortina de agua. Es una breve imagen de gratitud, de abrazo con el universo. En verdad se trata de otro hallazgo. La encontré en una transición cuando editaba el material. Es tan breve y fugaz que pude no haberla visto. Y el tercero: El vuelo del ángel. El ángel es una forma en movimiento, él es su vuelo. Es un canal de luz, un chorro de energía vertical. De arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. En la grabación aparece de regalo un arco iris, el espectro de la luz.
El tiempo es real. El color es real. La grabación se hizo en un solo día, a las cinco y media de la tarde, desde tierra, acercándome con el lente. El aire, que tiene el mismo patrón de movimiento que el del agua, y que los físicos llaman patrón de turbulencia, crea aquí la doble sensación, etérea y fluida a la vez. Uno siente que eso que transcurre allí es la obra haciéndose. Es como una respiración.
Guardianes es un portal. Puede apreciarse como una entrada. Al voltear la imagen y duplicarla se crea ese espacio de luz. La luz que emana de ese centro es aliada y testigo de las presencias insondables que hay bajo esos relieves monumentales.


Nan González

1 comentario:

  1. Dios!! debe ser muy hermoso ver eso, mas aun siendo descrito con tan bellas palabras, las cuales se ve que están llenas de una emoción profunda, tristemente me entere tarde, vivo en Cua me gustaría saber cuando lo expondrían de nuevo. Saludos cordiales y muchos éxitos! Bryna Gutierrez

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